Mina MJ. Journal of Infection 2017; 74(S1): 101-7.
Las enfermedades infecciosas suelen considerarse en general de forma aislada, abordando tan solo el patógeno causante, así mismo las actuaciones para prevención y tratamiento suelen tenerse en cuenta de la misma manera, sin embargo las interacciones entre los diferentes patógenos suele ser importante. Las vacunas especialmente las vivas, mediante la estimulación de la respuesta inmune o interaccionando con otros microorganismos pueden alterar el medio en el que actúan. Así, por ejemplo, la vacuna atenuada frente a la gripe aumenta en ratones el estado de portador de microorganismos como el Streptococcus pneumoniae y el Staphylococcus aureus; las vacunas también pueden afectar la transmisión de microorganismos no incluidos en la vacuna.
Las vacunas pueden afectar tanto a especies diferentes como a individuos diferentes al vacunado (inmunidad de grupo), la inclusión de ambos efectos podría denominarse como “efectos de protección de grupo generalizados”. La vacuna atenuada de la gripe aumenta la densidad de neumococos en las vías respiratorias superiores, especialmente niños, puede aumentar la transmisión del neumococo y la prevalencia, generando un aumento de la enfermedad neumocócica invasiva en la población. Sin embargo, estos efectos pueden también ser beneficiosos, por ejemplo una gran reducción de la mortalidad por todas las causas tras la vacunación del sarampión. El artículo aborda las pruebas que abordan estos efectos de las vacunas para poder medir el impacto completo de las vacunas.