Una carta a la sección de correspondencia de la revista Nature Medicine, dos investigadores de la Scripps Research Institute, La Jolla,en California, abordan el apasionante aspecto de la inmunidad natural versus la inmunidad conferida por las vacunas, y se plantean si las futuras vacunas frente al SARS-CoV-2 se comportarán como la del sarampión, como la del tétanos o como la vacuna frente a Haemophilus influenzaetipo b.
Al contrario que la vacuna frente al sarampión, hay patógenos para los que la vacunación genera una respuesta inmune más potente y más efectiva que la proporcionada por la infección natural. En esos casos la vacuna fabricada por el hombre sería “superhumana”. Un ejemplo palpable es la vacuna del tétanos. Una pequeña cantidad de toxina es capaz de provocar la enfermedad pero no en cantidad suficiente como para producir una robusta respuesta de anticuerpos. Por el contrario, la toxina inactivada contenida en la vacuna proporciona protección duradera. Otro ejemplo es el de Haemophilus influenzae tipo b. En una enfermedad invasora los azúcares de su superficie inducen una pobre respuesta de anticuerpos, pero si esos azúcares polisacáridos los unimos a una proteína (vacunas glucoconjugadas) producen una buena respuesta.
Entre los virus hay dos ejemplos en los que la vacuna genera una respuesta mejor que la de la infección natural. Uno de ellos es la vacuna frente al virus varicela zóster. La infección primaria por este virus (varicela) no evita el herpes zóster, pero sí la ofrecen las dos vacunas específicas de las que disponemos. El ejemplo que supondría la quintaesencia de una inmunidad superior a la inducida por la infección natural lo representa la vacuna frente al virus del papiloma humano. Las respuestas inmunes tras el padecimiento no siempre ocurren, son tardías y de baja intensidad, pero tras dos o tres dosis de vacuna aparecen potentes respuestas de anticuerpos neutralizantes.
Llegados a este punto, cabría preguntarse en qué lugar del espectro infección natural versus eficacia protectora vacunal se situaría/n la/s vacuna/s frente al SARS-CoV-2. La respuesta solo se conocerá a medida que se disponga de más datos del curso de la infección natural y de las vacunas en desarrollo. Hasta ahora, los datos provisionales de eficacia de algunas vacunas y la presencia de anticuerpos neutralizantes son muy prometedores en cuanto a la protección frente a la enfermedad y frente a la infección. El elevado título de esos anticuerpos, aunque quizás no en la suficiente cuantía como para proporcionar inmunidad esterilizante completa en el tracto respiratorio superior, sí pueden evitar la enfermedad grave. Al contrario que las vacunas, la infección natural induce cantidades variables de anticuerpos neutralizantes que no siempre generan inmunidad y que por tanto no evitarían las reinfecciones. En cualquier caso, no se puede obviar el papel que la inmunidad celular puede jugar en la protección frente a las reinfecciones.
Una incógnita común a ambas situaciones es la duración de la protección. Tras la infección natural los anticuerpos pueden durar meses o decaer inmediatamente después del padecimiento. En cuanto a las vacunas hay que ser optimistas y pensar que es probable que una/s vacuna/s induzcan respuestas inmunes y protección superior a las alcanzadas tras padecer la infección.
Traducido y adaptado por José A. Navarro-Alonso M.D.
Pediatra. Comité Editorial A.E.V.
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