Es un detalle que puede pasar desapercibido a los millones de visitantes que recibe uno de los lugares más emblemáticos de Londres, la plaza Trafalgar Square; pero, de los cuatro pedestales erigidos en las esquinas de la plaza presidida por una efigie del Almirante Nelson rodeado por leones, hay uno que permanece vacío o, al menos, sin un ocupante permanente. Ahora, un grupo de médicos británicos, avalado por su revista de referencia, el British Medical Journal (BMJ), ha pedido que se coloque en ese lugar la estatua del considerado padre de las vacunas, el médico británico Edward Jenner (1749-1823), que puede visitarse desde 1862 en los jardines de Kensington. Se trataría, en realidad, de un regreso, ya que la estatua ya estuvo cuatro años en ese emplazamiento. Según explica un editorial publicado en el último número del BMJ, la figura fue retirada por la presión de los movimientos antivacunación de la época. El procedimiento ideado por Jenner de infectar a individuos sanos con el virus del equivalente bovino de la viruela para inmunizarlos frente a la enfermedad era, para ellos, una iniciativa peligrosa, descabellada y contra natura. Los detractores decían que los vacunados podían convertirse en vacas. La Iglesia se posicionó en contra de Jenner, que hubo de escuchar que la vacunación era un invento del diablo.
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Autor: Asociación Española de Vacunología
Asociación científica dedicada a la formación e información sobre vacunas destinada a profesionales sanitarios y público en general.