La fidelidad hacia la vacuna de la gripe que durante años mantuvieron los cerca de 900.000 ciudadanos de Cataluña que cada otoño solicitaban el fármaco a su médico parece haber quedado erosionada por la pandemia gripal del 2009. La desconfianza que causó la vacuna contra la gripe A -apenas se protegió el 10% de la población convocada- podría haber contaminado la confianza pública hacia el tradicional preventivo, lo que explicaría la reticencia con que la población a la que se ha propuesto el fármaco este otoño está respondiendo a la llamada. «El ritmo de vacunación antigripal está siendo más lento que en la temporada pasada», indicó Carme Cabezas, subdirectora de Promoció de la Salut, que cifró en un críptico «5% relativo menos» el descenso del número total de vacunas administradas.
Lo habitual es que al llegar diciembre estén protegidos cerca del 80% de los individuos convocados, población vulnerable para la que una gripe supone un grave problema de salud. A la vista de tan escasa respuesta, la Conselleria de Salut ha decidido mantener activa, de forma excepcional, la campaña de vacunación que debía haber concluido el pasado 30 de noviembre.