Una vez que en el Reino Unido ha comenzado la campaña de vacunación frente a la COVID-19 y que China y Rusia han aprobado vacunas, en la revista Nature se plantean algunas cuestiones acerca de cómo se comportarán estas vacunas u otras venideras a medida que las vayan recibiendo millones de personas.
Las vacunas, ¿evitan la transmisión del virus?
Hasta ahora las vacunas que evaluará la FDA, las de Pfizer, Moderna y AstraZeneca, proporcionan protección frente a la enfermedad sintomática, pero ninguna ha demostrado que eviten la infección o que reduzcan la diseminación de la enfermedad entre la población. Ello deja la puerta abierta a la posibilidad de que los vacunados sean susceptibles a padecer una infección asintomática y a transmitir, por tanto, la infección a los vulnerables. En el peor escenario tendrán personas caminando por la calle pero esparciendo el virus.
¿Qué dicen los datos acerca de las infecciones asintomáticas?
Los investigadores de Pfizer dicen que están buscando la manera de evaluar la transmisión de la enfermedad. AstraZeneca y la Universidad de Oxford darán las primeras pistas sobre si la vacuna puede proteger frente a esa transmisión ya que recolectaron rutinariamente muestras para detectar el virus y de esa manera permitir conocer las infecciones asintomáticas. Los datos preliminares proporcionados por la Universidad de Oxford apuntan a una reducción de la frecuencia de esas infecciones y reducir la transmisión.
¿Cuánto tiempo durará la inmunidad vacunal?
Actualmente no hay manera de conocer ese parámetro. Sabemos que hay reportes de casos de reinfecciones y que los títulos de anticuerpos van decayendo en los meses siguientes al contagio. Por otra parte, hay signos que indican que el sistema inmune conserva memoria secundaria a las infecciones por coronavirus bajo la forma de células especializadas que se ponen en marcha a un nuevo contacto con el virus.
Es importante que se monitorice la inmunidad y una manera de conocerla es evaluando periódicamente los niveles de anticuerpos y de las células inmunes. La cinética de estas respuestas inmunes en un gran número de individuos nos proporcionará una indicación precoz de cuándo desciendan a niveles preocupantes.
¿Cómo de bien funcionan las vacunas en personas mayores y en niños?
Los grandes ensayos clínicos han reclutado a decenas de miles de personas pero sus conclusiones relativas a la efectividad se han extraído de infecciones en menos de 200 participantes. Por tanto, es difícil sacar datos de distintos grupos -obesos, mayores- sin perder poder estadístico. Los datos preliminares de las tres vacunas parece que protegen a los mayores de 65 años, pero casi seguro serán necesarios datos de la vida real con un gran número de vacunados antes de conseguir la granularidad necesaria que nos asegure que parte de la población no quede desprotegida.
Hasta ahora carecemos de datos del comportamiento de la vacuna en niños y embarazadas.
¿Cómo se comparan las vacunas entre sí?
Las tres vacunas en cuestión han cumplido con la meta de alcanzar como mínimo un 50% de eficacia y parecen seguras, pero pueden existir diferencias en la manera de proteger y en el contexto de dónde se han llevado a cabo.
Los datos preliminares sugieren que las plataformas de ARN pudieran ser más eficaces en evitar la enfermedad, pero podría, también, resultar que una protegiera mejor que otras en ciertos grupos de población o que una limite mejor la transmisión.
Hay importantes diferencias en cuanto al coste y a la logística que podrán condicionar qué vacuna sería mejor para una región o país.
Por ahora, y a pesar de las diferencias que podrían existir entre las vacunas, la clave sería la de aprovechar las bondades de la vacuna que adquiera tu gobierno.
¿Puede evolucionar el virus para evadir la inmunidad postvacunal?
El genoma del SARS es bastante estable, al contrario que el de la gripe. Las vacunas incluyen en su composición múltiples partes de la glucoproteína S (spike). Ello proporciona a los investigadores cierta confianza en relación a que es difícil que el virus SARS-CoV-2 evolucione para evadir la inmunidad conferida por la vacuna. No obstante, las vacunaciones masivas someterán a una enorme presión al virus y teóricamente podría seleccionarse alguna cepa capaz de escapar a las defensas inmunes. Se necesita monitorizar estrechamente los aislamientos del virus para detectar el más mínimo cambio y al mismo tiempo ir trabajando en la segunda generación de vacunas. Estas podrían ir dirigidas a otras partes del virus en caso de aparición de resistencias. En cualquier caso, los expertos no consideran que sea un asunto que pueda actualmente generar pánico.
¿Hasta cuándo monitorizarán los científicos la seguridad de las vacunas?
La seguridad de las vacunas siempre ha sido una prioridad. Hasta ahora solo han completado unos pocos meses de ensayo clínico a dos años -al cabo de los cuales se podrá adquirir libremente en el Reino Unido- por lo que todos los receptores de la vacuna serán estrechamente vigilados para cualquier signo de peligro no detectado previamente.
En los países occidentales hay mecanismos de farmacovigilancia que se nutren de las declaraciones espontáneas de los efectos adversos, del tipo del VAERS en los Estados Unidos y de la Tarjeta Amarilla especialmente diseñada para el SARS-CoV-2.
Traducido y adaptado por José A. Navarro-Alonso M.D.
Pediatra. Comité Editorial A.E.V.
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